Por Pacelli Torres
Corresponsal del Chicamocha News en Europa
Ante todo quisiera agradecer a las directivas de la Normal Superior Francisco de Paula Santander y del Colegio de Nuestra Señora del Rosario por la acogida que me brindaron durante mi pasada visita a Málaga. En ambas instituciones estuve desarrollando talleres sobre Educación Waldorf y Antroposofía.
En todo el mundo está creciendo la preocupación de que a nuestros niños les estamos robando la infancia. La educación, que debería ser un proceso liberador, se ha convertido en una especie de tortura sicológica durante la cual los niños y niñas crecen con el fastidio de tener que hacer sus deberes y donde prima la competición y el egoísmo. Aparte de eso, la fuerza motriz de la educación, como la conocemos hoy en día, es el miedo. ¿Qué podemos esperar de una sociedad educada bajo el miedo?
La educación Waldorf es una de las medidas que podrían aplicarse para mitigar el daño que le estamos haciendo a las nuevas generaciones. El verdadero cambio, sin embargo, debe producirse primero tanto en la mentalidad de las maestras y maestros como en la mentalidad de los padres. Deberíamos entender que la calidad de la educación no significa que los niños aprendan informática e inglés tan temprano como sea posible, ni que al niño se le sobrecargue con información y tareas. Educar no es un proceso de inculcar conocimientos, es un proceso de desarrollar las potenciales internas de cada ser. Todos tenemos potencialidades diferentes. "El educador es al niño lo que el jardinero a sus semillas".
La verdadera calidad en la educación consiste en que al niño o la niña se le respeten sus etapas de desarrollo. Hace casi cien años, el filósofo austriaco Rudolf Steiner sentó claras directrices al respecto. En los tres primeros años de escuela debe trabajarse el sistema motriz. Se debe enseñar en base al ritmo y se debe hacer especial énfasis en "experimentar". La frase clave en este periodo es "El mundo es bueno", y se desarrollan los valores morales mediante el relato de cuentos de hadas y fábulas.
En cuarto y quinto la frase clave es "El mundo es bello", se trabaja la parte afectiva, y la base de la enseñanza es "describir".
En sexto, séptimo y octavo, el niño por fin alcanza el nivel donde es posible "analizar". En este periodo la frase clave es "El mundo es verdadero". Steiner decía que es imposible analizar algo que no se haya experimentado y que no se sepa describir.
Un ejemplo práctico sería pedirle al niño o la niña que corte una naranja, eso sería "experimentar", luego se le pediría que "describa" la naranja, la textura, el aroma, la forma. Seguramente surgirá la conclusión de que la naranja está dividida en tajos. En tal punto se le pide al estudiante que piense en objetos diarios que también estén divididos, esto sería "analizar". A continuación se le haría notar que la naturaleza divide y que nosotros, los humanos, también dividimos, a lo primero se le llama inteligencia invisible y a lo segundo inteligencia visible. Con este preámbulo pasaríamos a introducir el concepto de fraccionarios en la clase de matemática, como algo perfectamente hermoso y aplicado a la vida diaria, y no como algo que deba aterrorizarnos y sin ningún sentido. Fue así como fuimos frustrados muchos de nosotros.
Si bien es muy difícil implementar todos los principios de la educación Waldorf en instituciones oficiales, por lo menos se podrían aplicar algunos de sus métodos.
Espero que el trabajo que hicimos en la Normal con los estudiantes de formación complementaria pueda verse reflejado en un cambio de actitud en los años venideros y que poco a poco reganemos nuestro derecho a un verdadero desarrollo integral.
Reitero mis agradecimientos a las profesoras Rubiela Caicedo Herrera y Adriana Moreno Vargas de la Normal, y a la rectora del Rosario, Jeny Patricia Niño Guerrero, por la invitación para realizar estos talleres, y por la audacia de mantener una mente abierta.
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