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jueves, 21 de abril de 2016

En la ciudad eterna

Por Pacelli Torres

 Corresponsal del Chicamocha News en Europa

Durante la Semana Santa tuve oportunidad de visitar Roma, la llamada Ciudad Eterna. Este apelativo se ajusta perfectamente, pues aún se conservan edificaciones que datan de épocas muy remotas. Hay monumentos de más de 2.000 años levantados por los romanos. Uno de los más impresionantes es el Panteón, el templo de todos los dioses, y que luego fue transformado en iglesia católica. El Panteón está coronado por la cúpula más grande del mundo, (43.3 metros de diámetro). Los expertos aseguran que hoy en día sería imposible reconstruirlo sin la ayuda de computadores. Pero una cosa sería reproducirlo y otra concebir la idea original. La mayor genialidad está en su diseño, aunque desde el punto de vista de la ingeniería es una maravilla. Miguel Ángel, 1.500 años después de su construcción, comentaba que aquella no parecía obra humana, sino hecha por ángeles.

Otros edificios perduran convertidos ya en ruinas, pero el tamaño de las columnas y arcos que aún se mantienen en pie dan una idea de la majestuosidad que tuviera desde entonces la ciudad. A los lectores interesados les recomiendo buscar en internet el Panteón de Roma y el Foro Romano.

Hoy en día Roma es una ciudad moderna y cosmopolita, muy visitada por turistas y de alguna forma un poco dejada y sucia. Su población está matizada por inmigrantes del norte de África y de otras regiones que buscan en Europa un mejor porvenir.

También tuve oportunidad de visitar el Vaticano, el país más pequeño del Mundo y que queda dentro de la ciudad de Roma. Algún emperador ordenó rodear el Vaticano con murallas para su protección y esas murallas todavía existen.

Entre los edificios que lo componen están los pabellones de los Museos del Vaticano  la colección de arte más grande del mundo, después del Louvre de París. En dichos museos se encuentra la Capilla Sixtina, sobre la cual escribí en la edición pasada, y que ahora tuve el privilegio de visitar en persona.

El edificio más importante, sin embargo, es la Basílica de San Pedro, que corona la plaza del mismo nombre. Ambas fueron diseñadas por Miguel Ángel Buonarroti, en 1547, cuando ya contaba con 70 años. Miguel Ángel fue también el responsable del diseño del uniforme de la Guardia Suiza, el cuerpo de vigilancia del Vaticano, este uniforme es bastante colorido y perdura hasta nuestros días.

Mi estadía en Roma culminó asistiendo a la misa de resurrección celebrada por el Papa Francisco. En mi niñez solía ver dicha celebración por televisión y nunca pensé encontrarme presente allí algún día. Desde esa época recordaba que la bendición del Santo Padre se llama Urbi et Orbi, para la ciudad y el mundo, y que es promulgada en varios idiomas. Lo que no sabía era que conlleva un mensaje de indulgencia, es decir el perdón de los pecados a los presentes, y que se ha extendido a quienes la sigan fielmente por radio o televisión.

Seguramente mis lectores habrán escuchado el dicho de que "todos los caminos conducen a Roma." Esa radiante mañana de domingo, junto al obelisco del centro de la plaza de San Pedro, estuve pensando en todos los caminos que en mi vida he recorrido y que culminaron llevándome a Roma, y llegué a la conclusión de que los caminos son en realidad el pensamiento y los buenos deseos de la gente que me ha acompañado durante tantos años, y cuando pienso en ello, me doy cuenta de que no se trata sólo se mis familiares y amigos. Muchas personas, que incluso no he conocido personalmente, contribuyeron a ello, desde el agricultor que cultivaba las frutas y verduras que yo compraba en el mercado, hasta el ama de casa que alguna vez ha comentado sobre mis artículos, de todos ellos existe un trozo en mi interior, y son sus buenos deseos los que han pavimentado mi camino. Es por eso que cuando se dice que todos los caminos conducen a Roma siento que el camino en realidad lo forman todos ustedes, y que todos estuvieron presentes allí conmigo. Siguiendo pues la recomendación del director del periódico, por todos ustedes elevé una plegaria desde la Plaza de San Pedro en el domingo que resurrección.