Por Pacelli Torres, corresponsal del Chicamocha News en Europa
El término globalización aparece cada vez con más frecuencia en los medios de comunicación y lo usamos en nuestras conversaciones cotidianas, aunque su significado e implicaciones no nos sean claras del todo. La globalización se define como un proceso económico, tecnológico, social y cultural, entre los distintos países del mundo, que tiende a unificar sus mercados, sociedades y cultura. Este fenómeno se ha expandido por todos los continentes en las últimas décadas y ha sido acelerado por la caída del comunismo y los avances en las telecomunicaciones.
Gracias a la globalización, gozamos en medio del invierno europeo de naranjas traídas de Suráfrica, piñas del Congo o uchuvas de Colombia. Además, es casi imposible conseguir prendas de vestir que no sean hechas en China o Vietnam. En países como estos, aseguran los defensores, los niveles de vida han aumentado, pues ahora cuentan con televisores y lavadoras. Pero, contradicen los detractores, los televisores y lavadoras que allá se venden son producidos por compañías multinacionales y las ganancias vuelven a los países ricos.
Desde el punto de vista económico la globalización ha hecho que grandes sumas de dinero se concentren en pocas manos.
Moviendo los hilos de la economía mundial están las compañías multinacionales, estas compañías tienen la capacidad de expandir la producción alrededor del mundo y pueden movilizar plantas industriales de un país a otro, especialmente a aquellos donde la mano de obra es barata y hay concentración de recursos naturales. Esto ha llevado a la diseminación de enfermedades crónicas y la destrucción de ecosistemas completos, especialmente por parte de corporaciones mineras y petroleras. Sin embargo, sus defensores argumentan que el establecimiento de estas compañías, en un lugar dado, genera empleo y que las regalías contribuyen a la fundación de escuelas y hospitales.
Lo cierto es que muchas de las grandes compañías multinacionales tienen ingresos anuales superiores a los de todo un país.
Si consideramos la tecnología, la globalización nos ofrece muchas ventajas y debemos ser conscientes de que, de no ser por ella, este artículo no habría podido llegar desde Europa hasta Málaga en fracciones de segundo. Pero aquí también las voces de los detractores se dejan oír. Los avances tecnológicos son una forma de manipulación y un arma de control, por parte de los países desarrollados, aseguran. A lo que los defensores responden: gracias a las redes sociales han podido organizarse manifestaciones antigubernamentales y toda persona tiene el derecho a opinar y la posibilidad de ser escuchada.
Vemos pues que en lo que tiene que ver con la economía y la tecnología no se ha alcanzado consenso.
Respecto a lo social, los abuelos tienen razón en estar preocupados de que los jóvenes dedican más tiempo y energía al computador que al estudio o a compartir con sus amigos, y luego entran en pánico cuando los problemas de la vida real no los pueden resolver con un simple click. En esto se pone una vez más de manifiesto el sentido mismo de la globalización, pues como se dice en mi tierra, "si por allá llueve, por aquí no escampa". Los jóvenes europeos viven también más pendientes de sus celulares y sus portátiles que de la vida a su alrededor.
Y por último, en lo que se refiere a la cultura, el triste pronóstico es que pronto llegaremos a una cultura homogénea, donde todos seamos como hormigas en el mismo hormiguero. Pero aquí nos encontramos con una gran sorpresa, la cultura es algo que llevamos tan adentro que es difícil que nos la arrebaten y más bien, antes de que nos impongan a Michael Jackson o Madonna, nosotros les estamos mandando a Juanes y Shakira.
Pero, en conclusión, ¿qué actitud debemos asumir frente a la globalización? ¿es buena o mala? La verdad es que en este punto ni los expertos ni los simples ciudadanos se han puesto de acuerdo. El número de defensores es tan alto como el número de detractores, aunque los que la defienden tan arraigadamente seguramente son los mismos que se están enriqueciendo con ella.